Yo decido!



¿Recuerdas cuál fue la última vez que tuviste que decidir entre una cosa o la otra?

Las decisiones forman parte de nuestro día a día, desde el momento que decidimos despertarnos, lavarnos los dientes, trabajar, estudiar, e ir a dormir. Todo el tiempo estamos tomando decisiones, algunas muy importantes y otras insignificantes, algunas cotidianas, y otras exclusivas. Sea cual sea la importancia estamos obligados a decidir día a día, segundo a segundo. 

Nosotros somos el resultado de nuestras decisiones. Te doy un ejemplo:

Saulo, ¿Quién era Saulo? Era un judío reconocido en su comunidad, era de ciudadanía romana, conocedor de la ley, respetado por los suyos, y con gran pasión por la ley y por Dios. También tenía otras características en Hechos 8:3 (leerlo) Saulo, cazaba, mataba y apresaba cristianos. 

Ahora vayamos a otro personaje, Pablo, él era un gran escritor, autodenominado apóstol, predicador del evangelio, y perseguido por judíos por su amor a Jesús. 

Si vemos esto parecen ser dos personas distintas y lo son, desde la actitud, incluso hasta el nombre. Pero ¿Qué tuvo que pasar para que una misma persona cambie tanto? 

Saulo-Pablo tomaron decisiones diferente a partir de un momento, ¿Cúal fue el primer gran quiebre? Conocer a Jesús, ese fue el punto de partida y el punto clave para iniciar la transformación. El segundo punto es que Saulo decidió pasar tiempo con personas religiosas tratando de hacer un camino que los llevará a Dios, y Pablo decidió pasar su tiempo con personas rotas dejando que Dios trabajará en él y en ellas. Saulo-Pablo, misma persona pero a su vez dos personas diferentes, y la diferencia estuvo en las personas que tenían al lado. 

Nunca olvidemos que somos la suma de nuestras influencias, y esas influencias las podemos elegir. Analiza en profundidad, y piensa... ¿Qué clase de amigo eres? Y ¿Qué clase de amistades tienes? 

En esto puedes decidir y elegir. 

Recuerda eres tan bueno como la gente que te rodea.

Pero esto no se queda aquí, vamos a una segunda situación donde se puede ver el poder de la decisión.

Si leemos Jonás 1. La situación es la siguiente: tormenta, desesperación, viento, mar revuelto, marineros muertos de miedo, y un tal Jonás que duerme plácidamente en la parte inferior del barco. 

En mateo 8:23-27 encontramos una situación similar. Mar revuelto, personas muertas de miedo, desesperación, y un tal Jesús durmiendo plácidamente. 

La tormenta es la misma, la situación es la misma, la diferencia está en quién está subido en el barco. 

A unos hay que desecharlos, ya que para calmar las aguas tuvieron que decidir tirar a Jonás por la borda, y a otros hay que subirlos, ya que Jesús fue capaz de calmarlo con una simple orden.

La diferencia no está en que tan dura sea la tormenta sino con quién decides pasarla. Cuando Dios nos llama no podemos esperar un trayecto fácil. Sin embargo podemos aferrarnos al hecho de que él estará en el barco con nosotros en cada paso del camino, siempre y cuando, decidas a quién subir y/o bajar.






Imagen Jean-Michel Basquiat - Dustheads (1982).

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